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Rompehielos ARA “Almirante Irizar”: cómo es la navegación antártica con baja visibilidad

Ya sea de noche o por niebla, la falta de luz exige mayor atención en cuanto a la seguridad, explicó el Comandante del buque.


miércoles 6, febrero 2019

En navegación – El Comandante del rompehielos ARA “Almirante Irízar”, Capitán de Navío Maximiliano Mangiaterra, explicó las particularidades de la navegación en condiciones de baja visibilidad en la Antártida.

El “Irízar” se encuentra efectuando el reabastecimiento de bases y recambio de personal, en cumplimiento de la Campaña Antártica de Verano.

“Es una de las navegaciones donde se requieren mayores atenciones y observaciones a la seguridad —explicó el Comandante de la unidad—. La baja visibilidad puede ser debido a no tener luz por hacerlo en forma nocturna o por presencia de neblina, cuando directamente no se ve nada.”

El Capitán Mangiaterra señaló que las principales técnicas de navegación entre hielos se basan en “el conocimiento y la experiencia de poder determinar visualmente cuál es el hielo más duro y cuál el que queremos evitar”.

Indicó que el tipo de hielo más duro es el que presenta tonalidades entre verdoso y azul: “Cuanto más azul, más compacto y más duro. Por más que el ‘Irízar’ tenga un casco reforzado, los choques a velocidades superiores a los 6 o 7 nudos pueden ser muy fuertes y ocasionar deformaciones plásticas de la estructura del casco”.

Por eso, la navegación nocturna o en condiciones atmosféricas de neblina obliga a la tripulación del rompehielos a valerse de la tecnología a bordo y de la experiencia en más de 100 años de navegación antártica.

“Con baja visibilidad, esas tonalidades verdosas y azules no se pueden distinguir y la única forma de evitar los hielos duros es navegando con una especial vigilancia del radar en escala corta, utilizando los filtros o los anticlutter de mar. Esto permite determinar cuál es el hielo que menos aflora por la superficie del mar, que es el hielo más chato, joven y, por lo tanto, menos duro”.

El Comandante del “Irízar” agregó que a veces de noche es más fácil navegar que con neblina, porque la luz de la luna permite ver a una distancia de 2 o 3 esloras y se complementa con el uso de reflectores orientados a proa. Así, el rompehielos puede navegar a una velocidad de hasta 8 nudos esquivando las formaciones de hielo.

“Pero cuando hay niebla, sea día o noche, es muy peligroso. Hay neblinas cerradas que impiden ver a más allá de los 10 metros de la proa. Nuestros ojos es el radar”, agregó.

De este modo, se usan los radares de banda Sierra o Xray, además de un vigía con prismáticos a cada lado del rompehielos y los equipos de visión nocturna e infrarroja.

Helicópteros en la Antártida

El Capitán Mangiaterra explicó que otra de las operaciones antárticas que requieren un alto grado de atención a la seguridad y las condiciones atmosféricas es el rol de descarga de materiales usando los helicópteros.

“Operar helicópteros desde buques en aguas abiertas es mucho más fácil, pero en la Antártida tiene otra dificultad, por la presencia de hielos, porque generalmente se hace en aguas confinadas como bahías y caletas; y porque las cubiertas de los buques están llenas de cargas preparadas, grúas en movimiento y embarcaciones menores en torno al buque”, dijo.

En estas operaciones cobra protagonismo el trabajo del controlador aéreo y el oficial comandante de guardia en el puente de comando, que son los que conjuntamente cubren el rol de operaciones de descarga, donde se refuerzan las observaciones de seguridad. Y un factor a tener muy en cuenta es la meteorología, porque en la Antártida las condiciones son muy cambiantes.

“De tener visibilidad óptima en muy pocos segundos puede producirse una niebla o un cambio de rotación del viento que genera condiciones desfavorables”, señaló el Capitán Mangiaterra.

El rompehielos de la Armada Argentina cumplió días atrás con el reabastecimiento de Belgrano II, la base argentina más austral, el repliegue de la dotación que invernó en Orcadas y el desembarco de personal y material en Petrel, antes de poner proa a la base Marambio y de allí emprender el regreso al continente.

El “Irízar” zarpó de Buenos Aires rumbo a la Antártida el pasado 20 de diciembre y está a punto de concluir su primera etapa de navegación. Se prevé que la campaña antártica termine en las primeras semanas de abril.

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