Se trata de la construcción donde se establecieron los integrantes de la expedición sueca de Nordenskjöld, entre ellos el Alférez de Navío José María Sobral, en la isla Cerro Nevado, declarada monumento histórico nacional el 26 de julio de 1965.

En la isla Cerro Nevado (Snow Hill) en la península antártica, a 12 kilómetros de la actual Base Conjunta Antártica Marambio -hacia el oeste-, se encuentra la centenaria cabaña refugio que fuera declarada Monumento Histórico Nacional por Decreto N° 6058/65.

A fines del siglo XIX, dos congresos internacionales de geografía realizados en Londres (1895) y Berlín (1899) establecieron la conveniencia de emprender una gran expedición a la Antártida, pues ésta era -en líneas generales- la única región del planeta sobre la cual no había información relevante. Como corolario, en la ciudad sueca de Gotemburgo, el geólogo sueco Otto Nordenskjöld comenzó a organizar un viaje al cuadrante antártico americano. El área de estudio específica en la que este investigador desarrollaría sus trabajos era la región oriental de la península Antártica.

A fines de 1901, con donaciones privadas, se organizó en Suecia la expedición integrada por científicos navegantes, con la misión de explorar el desconocido continente antártico, invernando en él para realizar estudios y mediciones.

La Argentina participaría con la instalación de un observatorio magnético y meteorológico en proximidades de la isla de los Estados. Por su parte, el Reino Unido y Alemania también integrarían el proyecto con sendos viajes de investigación a los cuadrantes pacífico e índico del continente antártico. Expediciones de Australia, Escocia, Bélgica y Francia completaban el ambicioso plan internacional en búsqueda de información científica en la zona.

Nordenskjöld, geólogo reconocido en Suecia, ejercía su actividad como profesor titular en la Universidad de Upsala, donde desarrollaba su labor de investigación. Su idea era viajar al continente blanco en un buque apto para cruzar el pasaje de Drake y navegar en las peligrosas aguas del mar de Weddell. Allí establecería lo que él llamaba una estación invernal: una pequeña cabaña de madera que funcionaría como base de operaciones para la realización de investigaciones científicas durante el invierno septentrional de 1902. Al llegar el verano, los expedicionarios abordarían nuevamente el buque y regresarían para procesar la información recolectada durante su estadía.

Debido a su espíritu de cooperación internacional, Nordenskjöld deseaba promover el desarrollo de la ciencia en la Argentina. Movido por ese sentimiento, este investigador había mantenido conversaciones con el polifacético naturalista Francisco Pascasio Moreno.

En Buenos Aires, el entonces presidente Julio Argentino Roca se reunió con la expedición y les ofreció carbón, agua y las herramientas necesarias para invernar por un año. A cambio, debían sumar al equipo al Alférez de Navío argentino José María Sobral.

El científico sueco permitió que este argentino de tan solo 21 años integrara su equipo y se desempeñara como observador meteorológico.

Así fue que en Cerro Nevado, hace 119 años, el 14 de febrero de 1902 desembarcó del buque polar Antarctic el Dr. Nordenskjöld, como jefe de la expedición científica, junto al meteorólogo Gösta Bodman, el joven marinero Gustaf Akerlundh, todos ellos de nacionalidad sueca, y dos marinos noruegos: Ole Jonassen y Erik Ekelöf; y Sobral: primer geólogo argentino y primer argentino en invernar en la Antártida.

Realizarían trabajos meteorológicos, magnéticos, astronómicos e hidrográficos, así como expediciones sobre el hielo del mar a las islas vecinas y a la zona próxima de la Península Antártica, región luego conocida como Costa Nordenskjöld, y que se extiende al suroeste de la isla.

En la isla construyeron en la costa noreste una cabaña prefabricada de madera, cubierta con chapas de cartón impermeable, a fin de establecerse allí para pasar el invierno. Constaba de cuatro pequeñas habitaciones, tres para servir de dormitorio, otra para la cocina y un espacio intermedio para ser utilizado como comedor y gabinete de trabajo. Tenía un altillo para guardar víveres y utensilios. Sus dimensiones eran de 6,5 m de largo por 4 m de ancho.

La cabaña dio muy buen resultado, haciendo confortable los dos inviernos que en ella pasaron los expedicionarios. Adyacente a la cabaña fue construida una instalación para observaciones magnéticas y varias casillas para los instrumentos meteorológicos.

El buque que los había trasladado realizó una navegación de exploración alrededor de Georgia del Sur, retornando luego a Suecia para evitar la formación de los hielos, debiendo regresar al verano siguiente.

Tras haber embarcado a nuevos tripulantes, el Antarctic al mando del Capitán Carl Anton Larsen (noruego), regresó a buscar a los expedicionarios de la isla Cerro Nevado. Intentó llegar, pero los abundantes hielos que ese año se habían formado a lo largo de la península Antártica se lo impidieron, por lo que los expedicionarios de Cerro Nevado tuvieron que pasar otro invierno en la cabaña.

Al comprobarse que el buque no podía abrirse camino a través del hielo desembarcaron el 29 de diciembre a tres tripulantes en bahía Esperanza: Gunnar Andersson, J. A. Duse y el marinero noruego Toralf Grunden, con provisiones para unos pocos días y dotados con un trineo, con el fin de que intentaran llegar caminando sobre el hielo de mar cerca de la orilla hasta la cabaña, para dar la noticia de la imposibilidad de que el barco pasara a recogerlos y proponerle a Nordenskjöld realizar la marcha hacia el norte, al punto donde habían desembarcado, allí el barco había depositado abundantes provisiones para ellos y pasarían a recogerlos.

Calculaban que el viaje de ida duraría no más de cuatro días. Pero pronto descubrieron que el mar estaba libre de hielo, extendiéndose el agua hasta la isla. No habiendo hielo de mar sobre el cual -hasta entonces-, habían avanzado sin dificultad, tenían que continuar el viaje por tierra y, una vez estando a la altura de la isla, pasar a ella desde tierra firme.

Abandonaron el hielo de mar y alcanzaron tierra firme pero el camino que podía llevarlos hacia el sur era muy rocoso, para el que no estaban preparados, por lo que avanzaron con gran dificultad. Apareció inesperadamente el mal tiempo por el cercano invierno y ya no podían avanzar hacia Cerro Nevado ni volver al punto en el que habían desembarcado. Decidieron invernar en aquel inhóspito lugar; adosado a la pared de una roca, construyeron con piedras un pequeño refugio que cubrieron con el trineo y una lona.

Habían abandonado el buque con muy pocas provisiones ya que el viaje hasta la cabaña caminando sobre el hielo de mar no ofrecía dificultad y la distancia a recorrer era corta. Aprovecharon las pocas horas de buen tiempo para atrapar pingüinos y alguna foca, siendo su único alimento -así como su grasa para cocinar- que dispusieron hasta que llegó el buen tiempo y pudieron continuar el viaje, otra vez por el hielo de mar; consiguiendo finalmente alcanzar la cabaña y pasar el nuevo invierno con Sobral y sus compañeros.

El Antarctic aprisionado por los hielos en el momento de ser abandonado.

El Antarctic, tras desembarcar a los tres hombres que habían de llegar caminando sobre el hielo hasta la cabaña, zarpó tratando de encontrar de nuevo un paso libre de hielo más al este de la península antártica que le permitiese llegar, dando un rodeo, a la isla; pero sería su última travesía. La embarcación quedó aprisionada entre los hielos antárticos y, tras infructuosos intentos de salvar la nave que había quedado atrapada, Larsen dio la orden de abandonarla y terminó de hundirse a las 12.45 hs. del 12 de febrero de 1903, aproximadamente a 20 millas al sur de la isla Paulet y a unas 200 brazas de profundidad, en el golfo Erebus y Terror en el Mar de Weddell.

Los veinte hombres de la dotación quedaron sobre la helada superficie de un pack a la deriva con algunas embarcaciones menores, ciertas provisiones y algunos elementos salvados. La isla Paulet era el destino elegido, donde llegaron luego de 16 días de enormes sacrificios. Construyeron un refugio con piedras, utilizando los botes y el velamen como cubierta y, dado que llevaban consigo solo unos pocos suministros, pudieron sobrevivir gracias a los cientos de pingüinos que consiguieron cazar y a sus huevos, hasta que fueron rescatados.

Los expedicionarios quedaron divididos en tres grupos incomunicados entre sí. Luego de varios meses, al comenzar el deshielo, Larsen intentó encontrarse con el resto de sus compañeros, y el 9 de noviembre de 1903 llegó finalmente a Cerro Nevado.

En Buenos Aires, ante el retraso en el regreso del Antarctic, y a instancias del perito Francisco Pascasio Moreno y del teniente Ballvé, se comenzó a preparar una nave con la intención de ir a buscarlos, iniciativa que también se tomó en Francia, Suecia y los Estados Unidos.

El gobierno de Argentina decidió enviar en misión de rescate a la corbeta Uruguay, comandada por el Teniente de Navío Julián Irízar. A mediados de 1903 se reparó y alistó esta embarcación que no estaba preparada para navegar en los hielos.

El rescate se inició en agosto de ese año, y ganándole a los otros buques, nueve meses después del naufragio, la corbeta argentina que había salido en busca de los expedicionarios, encontró el mar libre de hielos y el 8 de noviembre de 1903 llegó a Cerro Nevado y recogió a los hombres que allí se encontraban (que habían permanecido 20 meses en el continente antártico). Al día siguiente, navegando desde la isla, en uno de los botes arribó el capitán Larsen y seis tripulantes del Antarctic.

El buque argentino embarcó a los que se encontraban en Cerro Nevado y navegó a la isla Paulet, recogió a los restantes tripulantes y emprendió el regreso. Desde la provincia de Santa Cruz, luego de una fuerte tormenta, enviaron la noticia a Buenos Aires, en donde se preparó una recepción enardecida.

La corbeta llegó al puerto el 2 de diciembre de 1903, siendo recibida por 100.000 personas y un centenar de barcos que hacían sonar sus sirenas y bocinas en su honor. A partir del año siguiente, Argentina adquirió una base en la Antártida (Base Orcadas), fue renovando sus dotaciones y mantuvo siempre en alto su bandera en la Antártida, sabiendo al igual que el alférez Sobral, el primer argentino que la habitó, que su destino estaría unido a ese continente en el cual se había escrito la primera de muchas páginas de valor y humanidad.

Monumento histórico

El 1º de enero de 1954, el comandante del transporte Bahía Aguirre, Capitán de Fragata Luis T. de Villalobos, en nombre del gobierno de la República Argentina tomó posesión de las instalaciones terrestres erigidas en la isla Cerro Nevado, abandonadas en 1903 por la expedición sueca del Dr. Nordenskjöld, siendo bautizadas como «Refugio Suecia».

La Casa Museo Nordenskjöld, el 26 de julio de 1965 fue declarada Monumento Histórico Nacional por medio del Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 6058/65, adhiriendo a la declaración de Sitio y Monumento Histórico Internacional (SMH) N° 38, aprobada por la Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA) que la convirtió en una de las zonas protegidas por dicho tratado.

En función de estas obligaciones y de las tareas científicas que se realizan en la Antártida, las primeras tareas de restauración de la Casa Museo fueron realizadas en el interior del refugio. Las cuales incluyeron deshacer una gran masa de hielo de 1,80 metros de altura que rellenaba todo su interior, tratando en lo posible de no dañar los componentes históricos de la expedición, ya que el mismo hielo las había conservado durante más de setenta años. En etapas posteriores, se procedió a ejecutar tareas de reparación y de mantenimiento en la parte externa de la construcción para reparar los daños causados por el medio ambiente antártico extremo.

En la campaña Antártica 1979/80 se rescataron objetos abandonados por los expedicionarios y fue restaurada por el Instituto Antártico Argentino.

Esta cabaña, habilitada como museo, contiene objetos originales de la expedición Nordenskjöld, desde 1901 a 1903; pudiendo considerarse como la primera base científica antártica. Actualmente es administrada y conservada por la República Argentina.

Fotos: Archivo General de la Nación, Dpto. Doc. Fotográficos. Buenos Aires, Argentina.

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