Es pionera de las Fuerzas Navales Especiales en Latinoamérica.

“Solo dos cosas te pido, Señor; la victoria y el regreso. Pero si solo una me has de conceder, que sea la victoria”. Así reza el lema de la Agrupación Buzos Tácticos, una unidad de combate que se caracteriza por su espíritu de abnegación y sacrificio en el cumplimiento de su misión.  

Se cumplen 70 años desde el egreso de la primera promoción, el 17 de noviembre de 1952. Se trata de la primera unidad de Fuerzas Navales Especiales que se creó en Latinoamérica. Son hombres de mar adiestrados para cumplir tareas específicas.

Por aquellos años, la Segunda Guerra Mundial había demostrado que los medios y las tácticas aplicadas permitieron un salto cualitativo en la eficiencia de las operaciones sobre el enemigo. La guerra moderna se encaminaba a tornarse más compleja y fue necesario recurrir a otro tipo de tecnologías.

La Marina Italiana había sido la primera en usar “hombres rana y torpedos humanos” como elemento principal en el combate. Los devastadores ataques a los buques británicos de los incursori subacquei en los puertos de Alejandría, Gibraltar y Algeciras fueron la inspiración de la Armada Argentina para crear una unidad de combate con similares características.

“Somos herederos de aquellos primeros buzos de combate italianos de la 10° Flotilla de Vehículos de Asalto. Valientes, profesionales e innovadores; sus misiones son leyenda”, sostiene hoy el Comandante de la Agrupación Buzos Tácticos, Capitán de Fragata Alejandro Ojeda.

En la actualidad, la guerra moderna está atravesada por mayor y avanzada tecnología, sin embargo, el factor humano sigue siendo el elemento más desequilibrante a la hora del éxito o el fracaso de una misión de combate, donde la incertidumbre y la fricción aparecen en toda su magnitud. Las fuerzas especiales de todo el mundo tienen esa premisa: el hombre como centro de sus capacidades para cumplir misiones que las fuerzas convencionales no pueden realizar. “Por eso –sostiene el Comandante– la Armada Argentina, cuenta con la capacidad y flexibilidad militar que le da la Agrupación Buzos Tácticos y que complementa a las demás como parte de un gran equipo”. 

Se trata de hombres “altamente adiestrados, resilientes, capaces de decidir y de operar eficazmente en soledad en un entorno hostil e incierto”, describe el Capitán Ojeda, y agrega que, además, cuentan “con una cuota de ingenio y camaradería. Así debe ser el combatiente de las fuerzas especiales”.

Con los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial y las lecciones aprendidas, la Armada Argentina entendió que debía dar cuenta de aquello en sus propias filas. El paso inicial fue el Curso de Buceo Autónomo en 1948. El buceo era una técnica nueva, poco conocida y peligrosa, a nivel mundial. De aquel curso egresaron nueve hombres. Eso permitió que pocos años después, en 1952, se realizara el primer Curso de Buceo Táctico en Mar del Plata, en lo que hoy es la Escuela de Buceo, y se crearan dos Agrupaciones de Buzos Tácticos, una para el río y otra para operar en el mar. La organización fue cambiando desde entonces, pero siempre se mantuvo el concepto, “que la Armada Argentina contara con fuerzas especiales capaces de operar desde el mar y en el mar sobre objetivos militares y relevar playas de desembarco para operaciones anfibias”.

Con el tiempo, la Agrupación Buzos Tácticos –unidad dependiente del Comando de la Fuerza de Submarinos– fue sumando nuevas tareas, como es el caso del antiminado, actividad altamente peligrosa; y la participación en operaciones de control de la Zona Económica Exclusiva de jurisdicción nacional. Están capacitados para realizar actividades submarinas, abordaje, voladuras, marcado de playas, paracaidismo, recolección de información, relevamiento hidrográfico e, incluso, forman parte de tareas de búsqueda y rescate, salvamento y del adiestramiento específico en operaciones navales especiales. Pero el concepto es siempre el mismo: “El agua es nuestro ambiente esencial, donde transcurre gran parte de nuestro adiestramiento y vida profesional; y en ese escenario nos preparamos para hacer operaciones de alta complejidad, intensidad y riesgo”, afirma el Capitán Ojeda. 

La Armada colocó la piedra angular con el apoyo de los instructores italianos que habían participado en la Segunda Guerra Mundial y que transmitieron su experiencia y conocimiento para la elaboración de doctrina, y en la organización, tácticas y adquisición de equipos. 

El primer instructor de los Buzos Tácticos fue el oficial italiano Eugenio Wolk. Se creó, entonces, esta unidad que implicó un cambio cultural. El combatiente necesitaba estar imbuido de una disciplina profunda y contar con un adiestramiento específico muy exigente. Por otro lado, debía tener flexibilidad mental y emocional para comprender el entorno y decidir sobre el curso de acción para cumplir con su misión, más allá de las órdenes e instrucciones recibidas, convirtiéndose esa, acaso, en la tarea más difícil. 

Uno de los principales hitos desde la creación de la Agrupación es, indudablemente, la participación en la recuperación de las Islas Malvinas. En la Operación Rosario marcó la playa donde desembarcarían las tropas de la Infantería de Marina y del Ejército Argentino; y junto a los Comandos Anfibios de la Infantería de Marina llevó a cabo la conquista de la Casa del Gobernador. En esa operación cayó muerto en combate el Capitán de Fragata (post mortem) Pedro Edgardo Giachino, Infante de Marina y Comando Anfibio, y fueron heridos el Teniente de Fragata Buzo Táctico Diego García Quiroga y el Cabo Primero Enfermero Ernesto Urbina de la Agrupación Comandos Anfibios.  

“Esas operaciones en Malvinas resaltaron la importancia del hombre, que supera a su equipamiento. Como ejemplo, el primer grupo de buzos tácticos en desembarcar desde el submarino ARA ‘Santa Fe’ debió tomar decisiones de impacto táctico crucial en soledad y sin comunicaciones con su escalón superior, porque la situación operacional cambiaba a alta velocidad. Esa flexibilidad y capacidad de decidir y actuar bajo presión fue esencial”, agrega el Comandante de la Agrupación. 

Quienes desean ser buzo táctico deben aprobar un curso específico de alta exigencia. Como parte de su formación aprenden que es vital la confianza mutua con su pareja de combate. Superada esta instancia, egresan como buzo táctico, buzo de antiminado y paracaidista. “Todos los años tenemos un grupo de oficiales y suboficiales que se presentan voluntarios para desafiarse a sí mismos y para sumar su esfuerzo a la misión de esta Agrupación. Y, en este aniversario nos acompañan, los buzos tácticos veteranos, lo cual habla de una camaradería que trasciende el tiempo”.

Siete décadas pasaron desde aquel primer egreso, que significaron cambios, nuevas técnicas y modernización del equipamiento, sin embargo, lo esencial se mantiene, el trabajo en equipo y el adiestramiento continuo y exigente para el cumplimiento de la misión.

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