Se les confirió la tarea de patrullaje, seguridad de las instalaciones de la Armada en Puerto Argentino, control de la población civil y de los prisioneros, y la defensa de los puestos de comando.

El 5 de abril de 1982, el Comandante del Batallón Seguridad de la Base Naval Puerto Belgrano (BNPB) recibió la orden de alistar una Sección de Perros de Guerra en 48 horas. Ordenó entonces al Jefe de Agrupación Perros de Guerra (APPG) el alistamiento, el mismo día que estaban regresando a la BNPB parte de los buques de la Flota de Mar que habían participado en la recuperación de las Islas Malvinas.

La misión general impartida a la APPG era brindar seguridad en Puerto Argentino, por lo que su Jefe ya tenía decidido quiénes serían los dos primeros hombres convocados para conformar la Sección: el Guardiamarina Médico Veterinario Jorge Víctor Robles y el Suboficial Ernesto Franco, encargado de la Agrupación.

Inmediatamente seleccionaron 18 perros con sus respectivos conscriptos guías, más tres conscriptos como reserva y ayudantes de veterinaria. Cumplido el plazo de alistamiento, el 8 de abril se embarcó al personal y perros en el ARA “Bahía Buen Suceso” que zarpó hacia las Islas un día después. Arribaron a Puerto Argentino el domingo 11 de abril a órdenes del Jefe de Sección, Teniente de Fragata infante de Marina Miguel Paz.

Los primeros días, algunos guías y perros desarrollaron tareas de reconocimiento alejados de la capital malvinense, pero en poco tiempo la Sección se concentró en esa ciudad, excepto dos perros y un guía que se destacaron al Comando del Batallón Antiaéreo; y un perro con su guía como seguridad a un galpón con abastecimientos de la Armada cerca de un depósito de YPF. Se estableció una rutina que no los eximía del peligro, cosa que se tornó aún más riesgosa a partir del 1° de mayo, cuando ocurrió el primer ataque a Puerto Argentino.

Desde su llegada y hasta que fueron al campo de prisioneros finalizada la guerra, la Sección de Perros de Guerra en Malvinas efectuó tareas de seguridad en diversos galpones logísticos de la Armada; patrullaje de la ciudad; control de la población civil y de los prisioneros; acompañar en la descarga de buques que llegaban a Puerto Argentino y en la búsqueda de los abastecimientos que traían los aviones al aeropuerto; apoyo logístico a las tropas de primera línea; también el médico veterinario ofició de contralor del ganado ovino; y la administración del Correo Postal.

Perros y guías permanecieron en Malvinas hasta el último día, cumpliendo cada misión asignada, e inscribiendo en las páginas de la guerra historias de valor y camaradería que aún hoy se narran en la Agrupación Perros de Guerra en Puerto Belgrano.

Compartir en...