Conformada por el monitor “Los Andes”, la cañonera “Uruguay” y la bombardera “Constitución”, zarpó el 8 de noviembre de 1878, para afirmar nuestra soberanía en la Patagonia y transformó una pequeña escuadra de río en una verdadera y permanente Flota de Mar argentina.

En 1843, la República de Chile comenzó su expansión hacia el sur y ocupó Punta Arenas, punto estratégico desde donde comenzó a realizar pequeños pero sucesivos actos de soberanía sobre territorio patagónico argentino. Navegando el Estrecho de Magallanes, comenzaron a ascender hacia el norte de la provincia de Santa Cruz, con la clara intención de sentar precedentes que le permitieran reclamos soberanos sobre el sector.

Dentro de esas actividades, el 20 de octubre de 1876 la corbeta chilena “Magallanes” apresó al barco francés “Jeanne Amèlie” que se dedicaba al transporte de guano en la desembocadura del río Santa Cruz con permiso del gobierno argentino. El buque apresado y su tripulación fueron conducidos por la fuerza a Punta Arenas y, finalmente, hundieron la nave francesa frente al Cabo Vírgenes.

Tiempo después, la corbeta chilena “Magallanes” capturó a la barca inglesa “Devonshire”, que también con permiso argentino, realizaba tareas de carga y transporte de guano en la misma zona de Santa Cruz.

Ante esta nueva situación y frente a los reclamos diplomáticos de los gobiernos de Francia e Inglaterra ante nuestra Cancillería, el gobierno argentino designó al Teniente de Marina Carlos María Moyano con el título de Subdelegado de Marina, para que representara a la autoridad argentina en Santa Cruz. Iniciaba así una eficaz acción patagónica que, transcurrido el tiempo, lo convertiría en uno de los más importantes pioneros argentinos en aquellos confines australes.

El Teniente Moyano informó a las autoridades de Buenos Aires sobre el tránsito de las embarcaciones chilenas en el sector marítimo y continental que nos pertenecía; y formuló al gobierno de Chile una enérgica protesta, que fue respondida con la misma reclamación de soberanía.

El entonces Presidente argentino, Nicolás Avellaneda, apoyado por su Ministro de Guerra y Marina, General Julio Argentino Roca, entendió que la situación exigía una firme respuesta y decidió el envío de una fuerza naval que impusiera “in situ” la soberanía nacional.

Nuestras fuerzas navales

Para 1878, los únicos buques con los que contábamos en nuestras fuerzas navales eran los de la llamada Escuadra de Sarmiento y habían sido dimensionados para la defensa de nuestros ríos interiores, la cuenca del Río de la Plata, Paraná y Uruguay.

Esa ya famosa Escuadra estaba formada por dos monitores acorazados, “Los Andes” y “El Plata”; dos corbetas cañoneras: “Paraná” y “Uruguay”; y cuatro bombarderas: “Constitución”, “República”, “Bermejo” y “Pilcomayo”. Estos buques constituían una buena defensa para nuestros ríos, pero eran inadecuados para afrontar una expedición a los mares patagónicos.

Chile, por el contrario, dado el conflicto diplomático suscitado con Bolivia y Perú, para 1878 disponía de una escuadra muy superior a las exiguas fuerzas navales argentinas, contaba con una verdadera flota de mar con naves de guerra bien artilladas y pertrechadas para una verdadera campaña oceánica.

Al no poder descuidar la defensa de nuestros ríos, el Presidente Avellaneda decidió enviar solo tres de nuestras unidades navales a la campaña de Santa Cruz, siendo el buque insignia de la pequeña escuadra el acorazado “Los Andes”, un pequeño monitor acorazado con dos cañones de avancarga de 200 libras. Poseía la extraña ventaja de poder sumergirse hasta la misma borda para ser menos visible a la artillería enemiga, a la vez que esta condición hacía más estable la cubierta y, por ende, la puntería al momento del disparo. Obviamente estas particularidades de nada le servían a la hora de navegar en mar abierto. Su única máquina (de vapor) le otorgaba una velocidad máxima de 9 nudos.

La otra nave era la corbeta cañonera “Uruguay”, el más marinero de los tres buques, aparejada de barca de tres palos, tenía además una máquina que le permitía alcanzar los 11 nudos de velocidad. Su artillería constaba de cuatro piezas con montaje Vavasseur, dos de ellas ubicadas en crujía, que les permitían disparar por cualquiera de las dos bandas y otras dos más pequeñas ubicadas hacia proa, una en cada banda. En esta expedición llevaría a bordo a la 1° promoción de oficiales de la Escuela Naval Militar, cuya dirección ejercía el mismo comandante del buque, el Coronel de Marina Martín Guerrico.

El tercer barco de la expedición fue la bombardera “Constitución”, un pequeño buque de 416 toneladas de desplazamiento provisto de un solo cañón de 140 milímetros de calibre, de ánima rayada y que se cargaba por la boca. Esta pieza de artillería era fija, apuntada hacia la proa de la nave, lo que obligaba a hacer la puntería virando con el buque. Su velocidad alcanzaba los 9 nudos.

A estas modestas naves les cupo la importante tarea de representar la soberanía argentina en nuestro litoral marítimo y patagónico. El espíritu browniano alentaba a nuestra primera promoción de oficiales y, como en nuestra independencia, los hombres hacían la diferencia, ellos le daban valor a los medios que tripulaban.

Los marinos argentinos a cargo

El Comandante designado para la expedición fue el Coronel de Marina Luis Py, español natural de Cataluña, de profesión marino mercante que había ingresado en la Armada Argentina en 1843. Prestó servicios en diferentes unidades durante las acciones de nuestras guerras, siempre con dotes de buen marino y mejor militar. En 1861 fue designado Comandante del único buque de guerra con algún valor militar que en esa época tenía nuestra Armada, el vapor de guerra “Guardia Nacional”, en el que enarbolaba su insignia el entonces Comandante en Jefe, Coronel de Marina José Murature. Con esa nave, durante la Guerra de la Triple Alianza, combatieron contra las baterías de costa paraguayas de Paso de Cuevas, acción en la que resultó muerto el Guardiamarina Enrique Py, hijo del Comandante Luis Py.

Como comandante del buque insignia, el monitor “Los Andes”, se desempañaba el Teniente Coronel de Marina Ceferino Ramírez; y como Comandante de la bombardera “Constitución”, el Sargento Mayor de Marina Juan Cabassa.

Al agravarse los problemas de límites con Chile, el Presidente Avellaneda resolvió la ocupación del río Santa Cruz por la fuerza. Pese a la desventaja en los medios, confió en la capacidad profesional de nuestros hombres de mar.

La expedición

El 6 de noviembre de 1878, el Ministro de Guerra y Marina ponía en manos del Comodoro de Marina Py las instrucciones que disponían la formación de la fuerza naval que quedaba bajo su cargo y la misión a cumplir.

Concluidos los preparativos, el monitor “Los Andes”, seguido por la bombardera “Constitución”, zarparon del puerto de Buenos Aires el 8 noviembre con rumbo sur.

El 13 de noviembre, ambos buques cruzaron la barrera del río Negro y fondearon frente a Carmen de Patagones, único puerto de mar con que por entonces contaba la Patagonia argentina. El 17 arribó a ese mismo puerto la corbeta “Uruguay”, que había zarpado de Buenos Aires el 14 de noviembre. El Comodoro Py se reunió con la Plana Mayor de las tres unidades, impartió su orden de operaciones y, al día siguiente, las tres unidades de guerra zarparon con destino a la desembocadura del río Negro.

La navegación se tornó dificultosa a causa del mal tiempo y las tres naves se abrieron de la formación, continuando su derrota sin tenerse a la vista. El 25, la corbeta “Uruguay” y la bombardera “Constitución” lograron encontrarse a pocas millas al Este de su destino final. Pocas horas después se reunieron con el monitor “Los Andes” que las esperaba fondeado en cercanías.

El 26 de noviembre por la mañana se enteraron, por información suministrada por la barca ballenera norteamericana “Janus”, que los buques chilenos se habían retirado del río Santa Cruz al enterarse de la próxima llegada de la pequeña escuadra argentina. El 27, los tres buques argentinos comenzaron a remontar el río Santa Cruz y al llegar frente al lugar conocido como Cañadón de los Misioneros, el Comodoro Luis Py dio la orden de fondear allí.

Algunas millas más río arriba se encontraba la Isla Pavón, lugar donde Luis Piedra Buena mantenía unos alojamientos y depósitos que, desde 1859, le servían a él y a su gente como central de operaciones de sus actividades mercantiles y patrióticas. Para el 30 de noviembre, y cumpliendo con las órdenes recibidas en Buenos Aires, había quedado establecido el fortín del Destacamento de Artillería de Plaza en la margen sur del río Santa Cruz.

Fue así que, el 1º de diciembre de 1878, el Destacamento de Artillería del Sargento Mayor Adalid procedió al izado del pabellón nacional. El honor y la soberanía nacional quedaban asegurados, la Patagonia era, a partir de ese momento, efectivamente argentina.

El 20 de enero de 1879, los cadetes de la primera promoción de la Escuela Naval Militar rindieron su examen reglamentario a bordo de la corbeta “Uruguay”. Honraron su compromiso académico y su desempeño había honrado a la Patria. El 14 de marzo, relevados por la corbeta cañonera “Paraná”, que quedó como buque de estación, las naves de la Expedición del Comodoro Luis Py regresaron a Buenos Aires.

La Expedición del Comodoro Py transformó una pequeña escuadra de río en una verdadera y permanente Flota de Mar argentina.   

Fuentes consultadas: “La Armada Argentina en Santa Cruz”, de B. Araoz, S. Gómez y E. González Lonzieme, Instituto de Publicaciones Navales, 1996.

Aporte documental online del corresponsal naval Oscar Filippi.

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