Cabo Segundo Furriel Federico Daniel Barrios

“Servir a la Patria es un privilegio que no todos tienen”

El joven marino de 25 años es misionero y hace 4 comenzó su carrera naval en la especialidad Furriel, como personal administrativo en la Armada Argentina. Recuerda Posadas con orgullo y nos cuenta acerca de su actual destino, en la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Armada, en Buenos Aires.


viernes 25, noviembre 2022

Ciudad Autónoma de Buenos Aires – “Servir a la Patria es un privilegio que no todos tienen, es algo que se refleja en el día a día”, dice el Cabo Segundo Furriel Federico Daniel Barrios desde su puesto de trabajo en el Edificio Libertad, sede del Estado Mayor General de la Armada. 

“Ir a trabajar para cumplir una función que es de importancia para el servicio, termina siendo más que una vocación”, explica Federico, quien nació en Posadas en 1997. Allí transcurrió su infancia y cursó sus estudios primarios en el Colegio Nº 59 “Juana Azurduy”. 

Durante su adolescencia se mudó a Garupá, a 17 kilómetros de Posadas, y se instalaron con su familia en el barrio “Nuevo Garupá”. Allí finalizó la secundaria en el Polivalente Nº 35. Cada vez que viaja durante sus vacaciones y se reencuentra con sus antiguos vecinos y amigos, lo colman de preguntas: “Se nota que la profesión les llama mucho la atención”, agrega. 

A su familia, compuesta por sus padres, tres hermanas –una mayor y dos menores que él–, se suma su pequeño sobrino; todos residen en Misiones. El Cabo Segundo Barrios relata que su padre fue marinero voluntario y realizó el curso de Infante de Marina, pero cuando su hermana mayor estaba por nacer tuvo que dejar la Fuerza. Fue a través de él que Federico y sus hermanos, desde pequeños, empezaron a tener una noción de lo que era la vida naval. Federico remarca que, en cada experiencia que su padre relataba, les transmitía el orgullo que sentía por haber servido a la Patria en la Armada.  

Por su parte, recuerda que de chico le preguntaban qué quería ser y respondía: “Algo que tenga que ver con el agua”, decisión marcada por una infancia que transcurrió en los arroyos, donde pasaba gran parte de su tiempo nadando, y de la que guarda muchas anécdotas, entre otras, el momento en que a los 14 años superó su miedo al agua rescatando a su tía del río. “Tomé el coraje de meterme, la saqué, y eso me quedó grabado; ese hecho fue la confirmación de que mi futuro estaba en el agua.” 

Lo cierto es que Federico quería hacer algo diferente a lo que emprendían los jóvenes en su provincia. “La mayoría elige ser policía, como lo fue mi abuelo; y como nadie estaba en la Marina, quise probar”, relata. Estando en Garupá comenzó a buscar información acerca del ingreso a la Armada. 

En 2018 se incorporó a la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA) con la primera intención de ser parte del escalafón Música, porque era su hobby, aunque estando en la ESSA le generó curiosidad aprender acerca de la actividad de los furrieles, quienes llevan a cabo principalmente tareas administrativas en la Institución, ya sea en destinos en tierra o en unidades en el mar. Finalmente, el joven misionero optó por este camino, decisión que fue reconfirmada durante sus años en la ESSA: “Mis instructores hicieron que le tomara cariño a este escalafón”, revela. 

“Cuando ingresé a la escuela, éramos chicos de distintas provincias. Formé amistades y lazos muy fuertes, tanto que hoy los veo como parte de mi familia. Estos lazos, la camaradería y la formalidad es lo que más me gusta del ámbito naval”, señala el Cabo Segundo Furriel. 

Entre los recuerdos que atesora de su formación en la ESSA está la ceremonia en la que portó por primera vez el uniforme, ante la orgullosa mirada de su madre. En ese momento se dio cuenta que había superado sus propios límites para dar comienzo a un nuevo estilo de vida: “Elegí estar acá y me siento conforme con mi decisión”. 

En 2020 le asignaron como primer destino la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Armada, donde aún permanece, desempeñándose como furriel del Departamento Disciplinario. El posadeño confiesa que, a pesar de haber sido un año atípico por la cuarentena, el buen asesoramiento, trato y ayuda de sus camaradas lo ayudó a llevar el cargo adelante: “Con la asistencia de mis superiores, quienes siempre estuvieron presentes, enseñándome con suma paciencia”, expresa con agradecimiento. 

Ese mismo año comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Buenos Aires, y aún cursa la carrera universitaria, lo que le genera grandes expectativas respecto a su futuro laboral, “ya que mi trabajo está muy relacionado con los papeles, las leyes y los reglamentos”, concluye el joven misionero quien proyecta una próspera carrera profesional sirviendo desde el mar. 

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