Día del Ingeniero: una profesión con historia en la Armada Argentina

La primera promoción se graduó en 1870 y entre sus egresados figuran Guillermo White, Francisco Lavalle y Luis Augusto Huergo, considerado el primer ingeniero civil del país. Huergo, entre tantos de sus trabajos, colaboró con el ingeniero Luis Luiggi en la proyección y construcción de la Base Naval Puerto Belgrano, asiento de la Flota de Mar y corazón de la Armada Argentina. También, ideó el Puerto Nuevo de Buenos Aires, inaugurado en 1928, tras haber dirigido las obras que ampliaron el calado del Riachuelo. En este punto, vale destacar la figura del marino español e ingeniero hidráulico Eustaquio Giannini, quien para 1805 ya había propuesto encauzar al Riachuelo y realizar frente a la ciudad un puerto de abrigo por un canal de mayor profundidad y de más fácil acceso que los que proporcionaba Ensenada. Estos trabajos, con estudios y variantes, fueron retomados por Huergo.

Desde sus orígenes, la ingeniería argentina supo mirar al mar, entendiendo que en sus aguas también se forja la soberanía. Los primeros especialistas no solo diseñaron obras: pensaron en clave de país, garantizando la habitabilidad de las ciudades a través de sus puertos, sin correr la vista de los ferrocarriles y los sistemas de saneamiento. 

Por su parte, los ingenieros de la Armada Argentina desempeñaron un rol fundamental en el sostenimiento, la modernización y la operatividad de los medios navales, terrestres y aéreos. Incluso, varios de ellos trascendieron el ámbito de la defensa gracias a una sólida visión estratégica.

Los Ingenieros de la Armada

La Armada Argentina cuenta con ingenieros militares y civiles que aportan conocimiento específico y experiencia, ya sea desde bases, hospitales, talleres, arsenales, unidades de superficie o batallones.

“Hay varias posibilidades para desenvolverse en la Armada, con distintas oportunidades y desafíos”, describe el Capitán de Navío e Ingeniero Electrónico Miguel Ángel Sevillano. Recibido de la Universidad Tecnológica Nacional de Bahía Blanca, Sevillano ingresó a la Fuerza tras haber completado el Curso de Integración Naval, instancia obligatoria para quienes deciden formar parte del cuerpo profesional de oficiales.

Actualmente es el Jefe de Investigación y Desarrollo de la Armada, bajo la órbita de la Dirección de Proyectos e Inversión Pública, de la Dirección General de Material de la Armada. Al hacer un balance de su carrera, el Capitán Sevillano destaca haber servido a la Institución desde la especialidad Sistemas, a bordo de unidades de superficie y en ejercicios navales internacionales.

El Ingeniero informático Víctor Vega, también con asiento en el Edificio Libertad, es Jefe de la División Informática, destino que se ocupa de las bases de datos y sistemas utilizados en el área de personal civil. En cuanto a su visión sobre la contribución específica de los ingenieros, Víctor remarca el aporte en torno a la implementación de cierta “estructura de trabajo”.

Así, a través de las diferentes ramas o especialidades que ofrece esta profesión, cada ingeniero de la Armada Argentina interviene en múltiples áreas. El trabajo silencioso de estos hombres y mujeres, resulta fundamental para optimizar recursos, facilitar la toma de decisiones y contribuir con el desarrollo técnico y operativo de la Institución.

En la historia de la ingeniería nacional existen protagonistas surgidos de la Armada Argentina que trascendieron las fronteras de la defensa, proyectando a la Argentina en espacios internacionales estratégicos.

Uno de ellos es el Contraalmirante Oscar Armando Quihillalt. Egresado de la Escuela Naval en 1934, Quihillalt combinó su carrera naval con una sólida formación científica y obtuvo el título de Ingeniero en la Universidad de Buenos Aires, en 1944. 

A fines de 1955, y luego de haber pasado por áreas científicas dentro de la Armada, fue designado Presidente de la Comisión Nacional de la Energía Atómica (CNEA), desde donde impulsó el desarrollo nuclear de nuestro país fortaleciendo la independencia tecnológica. Sus esfuerzos se vieron reflejados en la construcción del primer reactor experimental de América Latina, el RA 1 (1957), al que le siguieron el RA 2 (1966) y el RA 3 (1967). A esto se sumó, entre varios hitos, la puesta en marcha de la primera central nuclear de la región, Atucha I.

A nivel mundial, el Contraalmirante Quihillalt integró la comitiva argentina durante la Primera Conferencia de Usos Pacíficos de la Energía Atómica, en Suiza, que posibilitó la creación del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en 1957. Años más tarde, entre 1976 y 1978, también presidió la Junta de Gobernadores del OIEA y la Comisión Interamericana de Energía Nuclear, desde 1966 a 1967.

En un plano más táctico, pero no menos trascendente, se encuentra el aporte de los ingenieros Luis Torelli y Antonio Shugt, agentes civiles de la Base Naval Puerto Belgrano, que conducidos por el Capitán de Navío Ingeniero Julio Pérez, desarrollaron una instalación para lanzar misiles Exocet desde tierra. La adaptación, inédita a nivel mundial, fue ideada y puesta en funcionamiento en menos de un mes, permitiéndole a la Argentina dejar fuera de combate al destructor HMS “Glamorgan” durante la Guerra de Malvinas.

Estos profesionales son apenas algunos ejemplos que dan cuenta del compromiso de la Armada Argentina y su personal con el campo del conocimiento, la investigación y el desarrollo. Hoy los ingenieros de la Fuerza continúan manteniendo vivo este legado, aportando herramientas que contribuyen al quehacer diario de la Institución y su misión con la defensa de los intereses argentinos en el mar.