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Combate Naval de Costa Brava
viernes, 15 de agosto de 2025
Se dio en 1842, en el marco de la Guerra Grande, un conflicto internacional entre la Confederación Argentina y el bando blanco (federal) de Uruguay.

La Confederación Argentina era gobernada por Rosas y debido al proteccionismo comercial que aplicaba en el Río de la Plata, la navegación no era libre; este hecho causaba disgusto en potencias mundiales como Inglaterra y Francia. Debido a ello, estos países comenzaron a apoyar ataques hacia la Confederación Argentina, como el bloqueo francés en 1838.
Por otro lado, en la zona del Plata, en Uruguay se libraba una guerra intestina similar a la Argentina: unitarios contra federales. El bando unitario estaba representado por Fructuoso Rivera y era apoyado por las dos potencias mencionadas, dado que en él veían una solución al proteccionismo en el Río de la Plata. En el bando federal estaba Oribe, quien era apoyado de forma directa por Juan Manuel de Rosas.

Respecto al contexto interno, para el año 1842, en la región del Plata, había un ambiente halagüeño para el bando federal. Una serie de sucesos donde, luego de batallas entre el bando unitario y bando federal, los gobernadores de las provincias se iban reemplazando, lo que dio una ventaja estratégica a los comandados por Juan Manuel de Rosas.
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Para ese entonces, tanto Fructuoso Rivera como Rosas, que conocían el valor estratégico del dominio de las aguas del Río de la Plata y ríos interiores, se aprestaron a la preparación de las respectivas fuerzas navales. En esta preparación, por decreto N° 723 del 2 de febrero de 1841, Rosas nombró a Guillermo Brown como “General en Jefe de la Escuadra de la República”. La tarea del Almirante Brown era armar su propia escuadra y tripular esos buques en el mínimo de tiempo.

El 5 de enero de 1842, por decreto N° 727 se declaraba cortada toda comunicación con las costas orientales de los ríos Uruguay y Negro. De esta manera, se observa la tensión que existía entre ambos Estados y era predecible un posible enfrentamiento. En este contexto, Rosas mandó al Almirante Brown a navegar por el Paraná con el objetivo de auxiliar al ejército de Oribe que venía por Santa Fe.
Asimismo, también debe tenerse en cuenta la acción del Teniente Coronel José Garibaldi, uno de los padres de la Patria de Italia, en la zona del Plata, dado que formó parte del Combate de Costa Brava como enemigo de la Confederación, y tenía intereses particulares. El Teniente Coronel Garibaldi, en 1837, decidió ofrecer sus servicios a la República de Río Grande del Sud, rebelada contra el Emperador del Brasil. Su relación con el gobierno de la Confederación se tensionó cuando Rosas ordena apresar sus buques, en un claro signo de mantener buenas relaciones con el emperador.
Respecto al Teatro de Operaciones, el Río de la Plata como el Paraná formaban parte de un conjunto donde se libraron los enfrentamientos. Los dos ríos debían ser navegados con extrema precaución. Costa Brava es el área del Paraná que se encuentra al Norte y al Sur del límite entre Corrientes y Entre Ríos, límite demarcado en esa zona por los arroyos Guayquiraró e Ingacito y el importante riacho Espinillo.
En Costa Brava se libró el combate inevitable. El Almirante Brown mandó gente a tierra para que hicieran de sirgadores: había decidido avanzar a la sirga con los cuatro buques que maniobraban cerca de tierra donde había suficiente profundidad, hacia el enemigo, viendo que le era difícil y peligroso atacar a Garibaldi de un modo frontal. A la vez, dispuso que el ala izquierda fondeara al Suroeste del enemigo a distancia de tiro, hostigando y perturbando la reacción enemiga contra el ala derecha con los cañones que pudiera presentar.
Por su lado, Garibaldi, advirtiendo la maniobra de Brown, mandó su infantería fuera de la estacada para tirotear a los sirgadores y a las tripulaciones. No tardó Brown en compenetrarse de la derivación de esa operación garibaldina y ordenó a Montaña, su mano derecha, que echara a tierra a toda la infantería y limpiase el terreno de tiradores enemigos. Así lo hizo sin demora y dividió sus 100 hombres en tres columnas.
Las fuerzas navales de Brown pudieron avanzar con mayor libertad por el ala derecha y alcanzar la distancia de tiro. En esos momentos, Garibaldi ordenó abrir fuego soportado estoicamente por el ala derecha, auxiliada a su vez por el tiro del ala izquierda que había alcanzado la posición asignada. Ante todas las adversidades, el Almirante pudo hacer maniobrar los buques para presentar la banda de babor al enemigo, entrando en combate todos ellos hasta lograr el ablandamiento del enemigo.

El combate finalizó a la medianoche, pero se reanudaría por la acción de la mano derecha de Garibaldi, el Capitán Arana Urioste: desobedeciendo las órdenes de su Comandante, reunió 50 hombres y los desembarcó sigilosamente por la medianoche, a fin de abordar los buques del Almirante Brown. Montaña fue alertado y en el encuentro, el Capitán Arana Urioste perdió la vida. El resto de sus tripulantes reembarcó o se dispersó.
Comenzando la madrugada, Garibaldi lanzó un luminoso brulote que visto por el Almirante, ordenó a Cordero, otro de los jefes puestos por él, ir en una falúa de vigilancia para anular la carga explosiva del brulote. Su tarea fue efectiva y se evitó el ataque de Garibaldi. Sin embargo, horas más tarde, lanzó otro brulote y Brown ordenaba lo mismo: anular la carga explosiva.
Con un enemigo debilitado y agotado, el Almirante Brown ordenó el ataque con fuego de artillería, que fue contestado con lentitud por el enemigo. El Teniente Coronel Garibaldi, consciente de la situación adversa, tomó la drástica decisión de abandonar el conflicto y escapar por medio de la isla hacia Esquina, con lo que lograba salvar en tres balleneras. El Almirante Brown desistió de la persecución hacia Garibaldi una vez que éste decidió abandonar el combate.
Sobre las acciones enemigas, el Almirante informó a Juan Manuel de Rosas: “La conducta de estos hombres, excelentísimo señor, ha sido también de piratas, pues que han saqueado y destruido cuanta casa o criatura cayera en su poder, sin recordar que hay un poder supremo que todo lo ve y que tarde o temprano nos premia o castiga según nuestras acciones”.
Como consecuencias directas, se puede resaltar que la fuerza naval oriental se desmoronó, entregando un considerable botín y perdiendo cerca de 160 hombres. Las fuerzas navales argentinas dejaron a las aguas estratégicas de la Cuenca del Plata sin protección; los ríos estaban listos para el movimiento de Oribe; la escuadra nacional recibió un rápido impulso.
