Mar Adentro
“Cada día en la Antártida es una demostración de trabajo en equipo, superación y compromiso”
viernes, 26 de septiembre de 2025
Oriunda de Cosquín (Córdoba) la Teniente de Navío Lorena Alejandra González cumple con el desafío de ser Segundo Jefe de una base antártica, la Base Antártica Conjunta (BAC) Marambio. Habla de la comisión, su función, la rutina de vivir en los confines del planeta y el recuerdo de su ciudad natal.

El continente blanco impone sus propias reglas. Los vientos gélidos y el aislamiento enseñan una lección fundamental: la supervivencia no depende de la dominación, sino de la humildad. La cooperación y el éxito de la misión depende de la capacidad de adaptarse a un entorno difícil. La meteorología dicta la rutina diaria, y cada decisión que se toma debe ser analizada cuidadosamente para minimizar riesgos.

En este escenario, la Teniente de Navío González asumió el desafío de convertirse en Segundo Jefe de Base en Marambio.
“Los primeros días no fueron fáciles. A poco de llegar, un brote de salmonela afectó a gran parte de la dotación. Fue un momento exigente y crítico: hubo que redoblar esfuerzos, cuidados y reorganizar tareas para que todo siguiera funcionando normalmente”, recuerda.
Lorena González nació el 9 de enero de 1987 en la ciudad cordobesa de Cosquín, conocida como la Capital Nacional del Folklore. En el barrio La Toma transcurrió casi toda su infancia y adolescencia, hasta que en el 2007 ingresó a la Armada Argentina.
Un grupo de jóvenes cadetes navales brindaron una exposición en su escuela secundaria, la IPEM Nº 157 “Presidente Sarmiento” y lograron motivar a Lorena con sus prolijos uniformes y sus palabras acerca del estilo de vida naval y sus desafíos.
Tras egresar en el 2011 de la Escuela Naval Militar, como Guardiamarina del Cuerpo Comando Escalafón Naval, se especializó en Comunicaciones Navales en 2014. Hoy destaca que lo que más valora de la Armada Argentina es su multiplicidad, ya que es una Fuerza que combina aspectos aéreos, terrestres y navales, además de brindar la posibilidad de navegar en distintas unidades, conocer diferentes culturas; aspectos que enriquecieron su formación profesional y personal.

Su hogar en el Valle de Punilla
De su ciudad natal --famosa por el río Cosquín y el festival que congrega a grandes figuras del cantar folklórico argentino-- recuerda las comidas, sobre todo los asados compartidos en familia y las empanadas de su mamá. Lorena es la segunda de seis hermanos: Jesús Pablo, Nahuel, Ayelén, Diego y Claudio. Y cada vez que el servicio se lo permite, regresa a su casa.
Sus hermanos mayores, que formaron sus familias, residen actualmente en Córdoba; mientras que dos de los menores siguieron sus pasos y pertenecen a la Institución: “Compartimos la misma vocación de servicio. Diego es Cabo Primero y Claudio es Guardiamarina, ambos están destinados en la Base Naval Puerto Belgrano, al sur de la provincia de Buenos Aires”, detalla.
En sus tiempos libres disfruta realizar deportes al aire libre y viajar. Ahora que se encuentra en los confines del mundo, busca actividades recreativas para mantener su bienestar mental y físico y el del resto de la dotación.
En épocas estivales, donde el clima es más benigno, se realizan en Marambio paseos y caminatas guiadas a lugares cercanos de interés o puntos panorámicos en la isla. Mientras que durante el largo y oscuro período invernal el gimnasio es la herramienta fundamental.

Liderazgo y misión en los confines del mundo
Fundada en 1969, BAC Marambio se erige sobre una meseta de 200 metros sobre el nivel del mar y es una de las principales plataformas logísticas del país en la Antártida.
Allí conviven 77 almas, entre personal científico y técnico de la Dirección Nacional del Antártico (DNA); meteorólogos y observadores meteorológicos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN); y una dotación militar conjunta de las tres Fuerzas Armadas Argentinas; principalmente el Escuadrón Aeromóvil 1/7 Skúa de la Fuerza Aérea, por la predominante actividad aérea de la base.
Como Segundo Jefe de Base, la Teniente González es responsable de la administración del personal, control operacional y logística, además de la seguridad y prevención de accidentes. La función del cargo es asegurar que Marambio pueda seguir operando si el Jefe de Base no está disponible.
La jornada comienza con una reunión de coordinación junto a los encargados de cada dependencia, donde se planifican las tareas diarias que dependen de las condiciones meteorológicas, ya que las temperaturas pueden descender hasta los -45°C y la exposición exterior muy limitada.

“La base es como una pequeña ciudad donde todos estamos las 24 horas juntos. Convivir y ser jefe en la Antártida demanda un liderazgo que exige, no sólo dar órdenes, sino paciencia, flexibilidad y empatía”, destaca. “Vivimos aislados por largos períodos, con desafíos constantes que van desde el clima extremo hasta el mantenimiento de la moral. Hay que aprender a escuchar y dar una pronta solución a los problemas. El rol del líder muchas veces se transforma en un punto de apoyo, un confidente y consejero para el personal”, explica.
Cuando le notificaron que era la primera mujer naval en ocupar este cargo, significó para ella un orgullo y privilegio, además de una gran sorpresa: “Aunque la Antártida no distingue géneros; lo que cuenta es la capacidad, la preparación y el compromiso. Haber llegado a este puesto es una responsabilidad y una oportunidad para abrir camino”, afirma.

El crecimiento de la presencia femenina en las campañas antárticas ha sido notorio en las últimas décadas, aunque los roles de conducción continúan siendo terreno en expansión, su designación marca un hito histórico y se transforma en una referente para las nuevas generaciones de oficiales.
“Cumplir una función en la Antártida, es como estar en una escuela de liderazgo. Cada día en la Base Marambio es una demostración de trabajo en equipo, superación y compromiso inquebrantable con la misión de defender nuestra soberanía y apoyar la investigación científica”, asegura.

Su formación militar en la Armada Argentina le ha proporcionado las herramientas esenciales para enfrentar los desafíos de un entorno tan extremo y subraya que el mayor desafío de su misión es garantizar que toda la dotación regrese sana y salva al continente: “La seguridad es la prioridad absoluta: cada salida requiere equipos de protección, precaución extrema y paciencia”.
Lorena González concluye animando a los jóvenes a elegir un camino distinto y no temer al desafío: “Anímense a soñar y a descubrir nuevos horizontes; la capacidad y la aptitud están en cada uno, solo hay que atreverse”.
