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Hipólito Bouchard: corsario de la libertad
sábado, 4 de enero de 2025
El marino, de origen francés, integró la primera escuadra patriota. Con su patente de corso y bajo la bandera argentina, circunnavegó el mundo, capturó naves enemigas y acechó puertos imperiales en defensa de los ideales independentistas.

En otras palabras, buscaban afianzar la independencia y construir un aparato político estatal que pudiera darles el rótulo de Estado-Nación, que tiene como uno de sus pilares fundamentales al poder naval.
En ese periodo no existía la Armada Argentina de forma institucional, por ello el poder naval residía en distintas expresiones, según la necesidad del momento. En este contexto es que aparecen los corsarios como medio para afianzar dicho poder.

El sistema facilitaba el ataque a las rutas de comercio y comunicaciones del adversario, utilizando recursos escasos, algo particularmente beneficioso teniendo en cuenta que no se contaban con fuerzas navales establecidas. Puede decirse que, desde el punto de vista táctico, era una herramienta útil al servicio de la revolución. En este sentido, Hipólito Bouchard fue un símbolo de los corsarios.
Nacido en Francia en 1770, donde se formó como marino, arribó a Buenos Aires en 1809 y no tardó en adherirse a las ideas revolucionarias de 1810, manifestando su predisposición al gobierno revolucionario para colaborar aportando sus conocimientos navales.

En 1811, participó de la Batalla de San Nicolás en condición de Segundo Comandante de la Escuadra organizada por Azopardo. Si bien fue una derrota, allí se dio el bautismo de fuego de la Armada.
Dos años después formó parte de la Batalla de San Lorenzo, teniendo una participación destacada al capturar una bandera realista. El General José San Martín, que estaba al mando, afirmó: “Una bandera que pongo en manos de V.E. y que arrancó con la vida del abanderado el oficial don Hipólito Bouchard”.
En 1815, cuando las campañas corsarias empezaban a tomar más fuerza, estuvo en la corbeta “Halcón” bajo el mando de Guillermo Brown.
Sin embargo, el 1817 sería su año más recordado. Durante el primer aniversario de la proclamación de la Independencia, el 9 de julio de 1817, al mando de la fragata “La Argentina”, Bouchard emprendió una campaña corsaria hacía al Pacífico, que duró dos años. Su fin era atacar las posesiones españolas, debilitar su poder marítimo y propagar los ideales de la independencia. En esa campaña, con un Teatro de Guerra bien delimitado, aportó estratégica y tácticamente con la consolidación de la emancipación.

Desde el punto de vista estratégico, un hecho importante fueron los acuerdos con el Rey de Hawái, Kamehameha I, con quien Bouchard se encontró el 17 de agosto de 1818, al arribar a la Bahía de Kealakekua.
Hawái era muy importante desde el punto de vista logístico y geopolítico referido al Pacífico, por eso era importante mantener una relación amistosa con ellos. En este sentido, según el manuscrito del uruguayo José María Píriz, Bouchard firmó un acuerdo con el Rey Kamehameha I y por primera vez en la Historia, un país independiente reconoció la independencia rioplatense. De esta manera, aseguraban recursos del Pacífico y la influencia dentro de una región clave para el comercio.

Tácticamente, en noviembre de 1818, Bouchard atacó la Costa de California. Si bien era un territorio con una escasa defensa, estratégicamente era importante por su ubicación y los recursos naturales que ofrecía. Quizás, la incursión más importante del ataque corsario a California haya sido la toma de Monterrey. Junto a su tripulación, atacaron al Puerto de Monterrey que estaba bajo dominio español.

Además de buscar el derribamiento del enemigo, Bouchard liberó esclavos e indígenas que estaban sometidos bajo el yugo colonial. Esta era una clara muestra de la ejecución de los principios de la libertad promovidos por el gobierno rioplatense, quienes desde un principio se opusieron a la esclavitud.
En su paso por las Islas Filipinas, que fueron de dominio español hasta fines del siglo XIX, se enfrentó a los piratas filipinos. Al erradicar esta amenaza, Bouchard aseguró las rutas comerciales de la región, además de afianzar su poder militar. Esto demostró que el comandante de “La Argentina” se adaptaba a cualquier escenario.

En abril de 1819, finalizaban las aventuras de Bouchard en Centroamérica. Ese mismo mes, decidió partir hacia Valparaíso, en donde fue apresado por el gobierno chileno, acusándolo de piratería, dado que no contaba con la patente corsaria debido a que había vencido el año anterior. Luego de cinco meses en prisión, se puso a disposición del General San Martín y transportó a sus granaderos en barcos hacía el Puerto del Callao.
En 1829 se retiró de la vida militar y fue a vivir sus últimos años en una hacienda de Nazca, Perú. El 4 de enero de 1837, a los 54 años murió a manos de un esclavo.
Sus restos mortales permanecieron perdidos hasta 1962, cuando fueron encontrados en una cripta en la iglesia de San Javier de Nasca de la ciudad peruana de Nazca. El 6 de julio de ese año su cuerpo fue exhumado y repatriado a Buenos Aires por una comisión formada por la Armada Argentina y la Armada del Perú.
Actualmente descansa en el cementerio de la Chacarita, en el panteón del Centro Naval.
