Aviación Naval
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Especiales
109 años de la creación de la Aviación Naval
martes, 11 de febrero de 2025
En 1916 se creó el Parque y Escuela de Aerostación y Aviación de la Armada en Fuerte Barragán, piedra fundacional del componente aeronaval de la Armada Argentina.

Así, en Fuerte Barragán se cimentó el inicio de la Aviación Naval con el decreto del 11 de febrero de 1916, rubricado por el presidente Victorino de la Plaza y el ministro de Marina almirante Juan Pablo Sáenz Valiente, que establecía la creación del Parque y Escuela de Aerostación y Aviación de la Armada.

Este hecho constituye la fundación orgánica de la Aviación Naval cuando apenas se iniciaba la actividad de vuelo a nivel mundial y en los albores mismos de la utilización militar de aeronaves.
Una vez firmado el decreto de creación se comenzó de inmediato la construcción de un hangar con maderas de instalaciones desarmadas en la Isla Martín García, el cual fue pintado de blanco con letras negras. También se erigieron algunos precarios edificios para la Escuela en sí, casa para Jefes y Oficiales, cuadra, cocina, y se niveló el campo en un sector que dio por resultado una pista de tierra apisonada de unos 400 metros de largo por unos 25 de ancho.

La incipiente casa de estudios tenía como objetivo la enseñanza y preparación general del personal de oficiales de observación y comando, los pilotos y los mecánicos. También tenía como misión construir, reparar y mantener en perfecto estado de funcionamiento las aeronaves, aviones e hidroaviones y sus accesorios, que para el servicio de la Armada se consideraran convenientes.
Allí se realizaron algunas ascensiones en globos libres y comenzaron las incipientes actividades que implicaban la utilización de aeronaves en operaciones militares en el país. Entre ellos puede mencionarse la exploración sobre el Mar Argentino y los grandes ríos que se llevaron a cabo en las primeras décadas del siglo XX.

Hacia el Cuerpo de Aviación Naval
Como se señaló, la meta final del denominado “Parque y Escuela Fuerte Barragán” era la formación de un cuerpo de aeronautas y aviadores, razón por la cual su personal fue escogido dentro de los patentados en todas las categorías y entre los que se distinguían en estos servicios.
El personal de oficiales y suboficiales que podía ser designado para integrarse a la especialidad fue establecido también por el decreto en cuestión: los oficiales de observación y comando pertenecerían al cuerpo General de la Armada, los pilotos serían suboficiales y oficiales de mar de las categorías de timonería y de señales, y los mecánicos serían de las categorías de máquinas y de electricidad.
Como concesión especial se permitió el ingreso a los oficiales de los cuerpos auxiliares.

Las actividades
El Teniente de Navío Melchor Zacarías Escola había comenzado con sus clases de vuelo particulares en 1910, luego obtenido su patente de aeronauta militar por la Escuela de Aviación Militar en 1913 y un año después perfeccionó sus conocimientos de aeronáutica en Europa.
El 1º de abril de 1916, bajo la jefatura del Teniente de Navío Escola, a quien además se lo designó como profesor, comenzaron los cursos con alumnos pertenecientes a personal militar superior y subalterno.
La carencia de elementos de vuelo (agravada por las dificultades para conseguir repuestos dada la guerra en Europa), las restricciones económicas y escasez de profesores, hicieron que los cursos fueran muy irregulares. Sin embargo, mediante la gestión de su personal y de los agregados navales en Estados Unidos, continuamente se recibía material por donación.

A mediados de 1917 el Teniente Escola fue dado de pase y asumió la jefatura el Teniente de Fragata Raúl R. Moreno, que había estado a cargo de los talleres desde los comienzos de actividades.
El 18 de junio de 1918, el Ministro de Marina ordenó al Teniente de Navío Heraclio Fraga, jefe del Parque desde hacía escasos siete días, el cierre de la escuela de Fuerte Barragán y la suspensión de las actividades de vuelo. Se asignó una dotación de personal para el mantenimiento de instalaciones y material. Esa decisión condujo a una interpelación parlamentaria. La clausura de la escuela fue parte de una readecuación y no de un abandono de objetivos en cuanto a la implementación de la aviación naval.
En marzo de 1919 se inició la construcción de un hangar para lo que se denominó el Destacamento Naval de Hidroaviones en la localidad de San Fernando. Allí fue recibida una donación del gobierno italiano consistente en cuatro hidroaviones Macchi (dos bombarderos BM-9 y dos cazas CM-7).
Buena parte del personal que había revistado en el Parque y Escuela Fuerte Barragán fue designado al servicio del nuevo organismo. En este destacamento hicieron práctica de vuelo los pilotos aviadores que se encontraban en el país y se instruyó en el cuidado y conservación del material al personal subalterno.
Tras la finalización de la Primera Guerra Mundial, se tornó imperiosa la implementación del componente aéreo en la Marina. El 17 de octubre de 1919, el Presidente Hipólito Yrigoyen y el Ministro de Marina interino Julio Moreno suscribieron el decreto de creación de la División de Aviación Naval, dando de esta forma inicio la etapa orgánica del componente aéreo en la Marina. Esta división dependió de la Secretaría General del Ministerio de Marina y se le encargó la preparación de los proyectos para la formación del cuerpo de Aviación Naval, la utilización del personal y del material con que se contaba y que eventualmente se adquiriese.

Esa organización proyectó la creación de la base aeronaval en Puerto Militar (actual Puerto Belgrano) y de dos centros de enseñanza/aprendizaje: la Escuela de Aviación Naval y la Escuela de Aerostación Naval.
El 29 de octubre de 1921 fue creada la Escuela de Aviación Naval destinada a preparar el personal necesario para el servicio aeronáutico y utilizar el arma aérea de la Marina. Inicialmente, funcionó en el Arsenal de Puerto Militar.
Con la aprobación del proyecto de Organización del Servicio Aeronáutico Naval en 1921 se consolidó la etapa de creación de la Aviación Naval en la Marina de Guerra argentina; resultado concreto de varios años de investigaciones sobre adelantos técnicos y perfeccionamiento del personal en escuelas y fábricas de aviación en Europa.
Asimismo, el 3 de enero de 1922 fue creada la Escuela de Aerostación Naval que funcionaría hasta nueva disposición en el emplazamiento del Parque y Escuela de Fuerte Barragán, cuyas actividades de vuelo habían sido retomadas en 1920, a instancias del mismo Poder Ejecutivo que las había interrumpido. De esta forma adquirió la jerarquía de segunda base aeronaval del país al albergar la Escuela de Aerostación Naval, la cual durante 1921 había recibido por donación un dirigible semirrígido para exploración, un hangar, una fábrica de hidrógeno y repuestos.
El 25 de febrero de 1925 finalmente se trasladó a Punta Indio la Escuela de Aerostación Naval, comenzando las primeras actividades aéreas en ese terreno cercano a Verónica, provincia de Buenos Aires, que fuera adquirido el 31 de marzo de 1924.

La construcción de la Escuela Elemental de Aviación y la Escuela de Aerostación Naval de Punta Indio finalizó en 1926, y el 2 de mayo de 1927 comenzaron sus actividades.
Finalmente, desde 1930 Fuerte Barragán permaneció vinculada a la instrucción elemental impartida por la Escuela de Aviación Naval.
Servicio a la comunidad
Es destacable lo funcionales que han sido estos medios al momento de brindar apoyo a la comunidad en Argentina y en países limítrofes. Tal es el caso de la colaboración brindada junto a la Cruz Roja ante el terremoto ocurrido en 1939 en Chile. Allí se desplegó un avión Cóndor 3-Gt-2 equipado con camillas y elementos sanitarios para traslado de heridos, realizando un total de más de 50 vuelos.
En Argentina, entre fines de 1955 y el otoño de 1956, se desató la epidemia de poliomielitis. En este contexto, la Aviación Naval participó con el Comando de Transportes Aeronavales, evacuando hacia la ciudad de Buenos Aires a enfermos del interior del país. Se destinó para tal fin al DC-3 matrícula CTA-23, el cual fue dotado de pulmotores y demás enseres sanitarios para poder efectuar los vuelos de evacuación necesarios hacia la Capital Federal. Se realizaron 290 vuelos en total.
Continuando con esta impronta, en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, aviones y helicópteros de la Aviación Naval se desplazaron hasta las zonas afectadas por incendios forestales, inundaciones o intensas nevadas, trasladando al personal de las Fuerzas Armadas y pertrechos destinados a prestar ayuda ante la necesidad de la población civil. Asimismo, actúan en respuesta a emergencias ocurridas en el mar.

Operaciones en el continente blanco
El primer vuelo de una aeronave argentina en la Antártida data de 1942, cuando un hidroavión Stearman 76 D-1 operó desde el transporte ARA “1º de Mayo” en la isla Decepción. Cinco años después se realizó el primer vuelo directo entre el continente americano y el continente blanco, con el cruce del Círculo Polar Antártico con un avión naval DC-4.
En 1962 la Aviación Naval llevó adelante un nuevo acontecimiento histórico en la Antártida, con la llegada al Polo Sur de dos DC-3 navales, siendo los primeros aviones argentinos en cumplir dicha proeza y unos de los primeros también a nivel mundial.
La operación de helicópteros navales desde el rompehielos ARA “San Martín” y, posteriormente, del ARA “Almirante Irízar”, abasteciendo las bases antárticas, continuó contribuyendo a la presencia de nuestro país en el continente blanco.
Es en este contexto hostil que hace 23 años se llevó a cabo la Operación “Cruz del Sur”, el rescate del “Magdalena Oldendorff”, buque alemán atrapado en los hielos al que se le brindó asistencia, abastecimiento y ayuda médica desde el rompehielos ARA “Almirante Irizar”. Con el objeto de encontrar la mejor ruta de salida, los helicópteros Sea King realizaron vuelos de exploración glaciológica; y entregaron 1,5 toneladas de alimentos y otros elementos para que la tripulación del buque bloqueado que permaneció a bordo pudiera pasar el invierno, aguardando hasta que el clima le permitiera zafarse de los hielos.

Ejercitaciones en el mar y la hora del combate
La incorporación del portaaviones ARA “Independencia” en 1958 imprimió a la Flota de Mar un perfil operativo de avanzada, siendo reemplazado en 1968 por el ARA “25 de Mayo”, proyectando las aeronaves de la Armada en nuestro Mar Argentino.
Llegado 1982, la participación en el Conflicto del Atlántico Sur demostró el profesionalismo alcanzado por todas las escuadrillas integradas por los marinos que vuelan, y expuso al mundo una innovación táctica sin precedentes: la combinación avión explorador – Super Etendard – misil Exocet.
A partir de los años 90 y con la desafectación del portaaviones ARA “25 de Mayo”, aviones de ala fija de la Aviación Naval participaron en numerosos ejercicios operando junto con portaviones de las Armadas de Brasil y Estados Unidos; en tanto que los helicópteros Fennec, Alouette y Sea King continuaron operando con buques de la Flota de Mar.
Ya en el nuevo milenio, la interoperabilidad con el Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina, como parte del accionar conjunto, llevó a unificar cursos de formación y ejercicios de adiestramiento. Asimismo, unidades aeronavales continuaron brindando apoyo a la comunidad ante emergencias producidas por fenómenos naturales y casos de Búsqueda y Rescate de personas.
Hace ya 109 años, los pioneros de la Aviación Naval fueron visionarios y pusieron todo de sí para comenzar con la apasionante actividad de volar sobre el mar. Su legado, los hombres y mujeres de la Armada Argentina que los sucedieron, hicieron honor a esos orígenes y supieron engrandecer a la Aviación Naval.